El mejor country pop y el mejor blues rock se dan cita esta noche, de la mano de la veterana Sheryl Crow y el joven Jack Broadbent. Dos formas de reinterpretar la tradición musical norteamericana para acercarla al gran público, desde un oficio y una calidad indiscutibles.
Es la gran dama del country pop norteamericano. La reina de las FMs. Una mujer hecha a sí misma, que se las ha ingeniado para vender cincuenta millones de discos en algo más de treinta años, surcando sobre cualquiera de las grandes transformaciones de la industria de la música con el crédito intacto. Ella misma pensó recientemente que no valía la pena componer más canciones. Que ya no tenía nada más que decir, tras la publicación de “Threads” (2019). Pero como es una artista de raza, un buen día agarró la guitarra, empezó a trazar nuevas letras y melodías, y se dio cuenta de que de ahí podía brotar un nuevo disco. Lo habló con el productor Mike Elizondo y de ahí salió su flamante decimosegundo álbum, “Evolution” (2024), concebido justo después de su ingreso en el Rock and roll Hall of Fame. Uno de los trabajos más íntimos y confesionales en la carrera de la autora de éxitos inapelables que son historia de la música, como “All I Wanna Do” (1994), “Strong Enough” (1994) o “If It Makes You Happy” (1996).
Él tiene el blues, que diría Gary Moore. Lo lleva en las venas. El británico Jack Broadbent tiene solo 36 años, pero interpreta con el aplomo de las leyendas del género. Su padre, Mick, formó parte de esa deliciosa banda de power pop de finales de los setenta que fueron Bram Tchaikovsky, pero lo suyo es otra cosa: “Willin’” de Little Feat, “Hit the road Jack” de Percy Mayfield o “Black Magic Woman” de Fleetwood Mac son algunas de las versiones que aborda en sus directos, señal de cuáles son sus tótems particulares. También lo son sus compañeros en anteriores giras: Lynyrd Skynyrd, Peter Frampton, Ronnie Wood o Richard Thompson. Su sorprendente técnica tocando la slide guitar, haciendo uso de una petaca vacía en una maniobra a la que llama “hip flask blues”, es una de sus señas de identidad. Cuenta con cinco discos, entre los cuales el último, “Ride” (2022), es una espléndida tarjeta de presentación.