La voz blanca más negra de su generación, el hombre que reventó las listas de éxitos de finales de los ochenta, esgrime un extraordinario estado de forma, como si el tiempo apenas hubiera transcurrido.
Solo si permaneciste durante el último tramo de los ochenta entre las cuatro paredes de un búnker nuclear es posible que no escucharas alguna vez, o incluso bailaras, canciones como “Never Gonna Give You Up”, “Together Forever”, “Take Me To Your Heart” o “Hold Me In Your Arms”. El británico Rick Astley fue el gran triunfador en las listas de éxitos de media Europa durante aquella época, haciendo gala de un vozarrón a la altura de los grandes clásicos del soul y el r’n’b, al servicio de las infalibles producciones del trío Stock, Aitken & Waterman, que convertía en oro todo lo que tocaba. Tras vender cuarenta millones de discos y casi cuarenta años después, el británico sigue mostrando unas envidiables credenciales en directo, aptas para engrandecer cualquiera de sus clásicos inmarchitables o las versiones de material ajeno que aborda en este “Reflection Tour”, ya sean de AC/DC, Lizzo o Harry Styles.